Este fin de semana voy reflejando sobre mi primer mes en el Perú, ¡esta vez sí en castellano para que mis amig@s latinos lo puedan leer! (Como me han enseñado aquí en Chiclayo, el “@” puede servir como ambos una ‘a’ y una ‘o’, para promover la equidad de género, así que lo voy a usar).
*Sorry for those of you who don’t know Spanish-it is time for a post in Spanish for all of my Latino friends!
Justo esta semana me pasó mi compañera de Canadá algunas fotos de nuestro primer día en Perú, en Lima. Y después de pasar un sábado bien soleado y bastante tranquilo con mi linda familia anfitriona aquí en Chiclayo, ahora me da mucho gusto volver a recordar algunos momentos hermosos que viví en “El Pino”, una pequeña montaña en Lima. [haga click AQUÍ para ver lo que escribí sobre aquellos días, en inglés].
Vi bastante durante ese día y medio en Lima. Mi primera visita de “El Pino” fue con mis compañeras de Canadá y una de las Hermanas que se ha dedicado al funcionamiento del programa “PINIFE” desde hace varios años. (PINIFE ofrece varios programas sociales para promover la educacción y el desarrollo integral de la gente y recibe apoyo económico de Chalice y otras organizaciones no gubernamentales internacionales).
Ver la pobreza que existe en “El Pino” no es fácil. A primera vista parece la montaña un lugar inhabitable. Es un lugar lleno de gente que vive en condiciones muy humildes con muy poca infraestructura. Más o menos 20,000 habitantes viven en El Pino. Empezaron a llegar durante la época de terrorismo de los años 80 y 90, pero siguen llegando a la montaña del campo en búsqueda de una vida mejor en la capital de su país. A pesar de ser pobre (económicamente) parece que la mayoría de la gente es trabajadora y hace lo que puede para sobrevivir, para seguir adelante, dando El Pino alegría y esperanza para el futuro.
Por ejemplo, justo antes de subir la montaña, conocimos a unas madres que cocinan y sirven almuerzos a vari@s niñ@s de familias de bajos recursos. De una pequeña cocina y mesas sencillas sí se puede hacer un pequeño comedor popular que mejora las vidas de mucha gente, gente que lo merece. Esta gente no conoce las riquezas del mundo desarrollado, o de las condiciones de vida de los más ricos de su propia ciudad de Lima, pero sí conoce y vive la solidaridad.
Luego, ya encima de la montaña, nos encontramos con una madre que conoce bien a la Hermana que nos acompañaba, cuya hija participa en los programas de “PINIFE”. Caminaba con su hijita y venían del mercado. Nos regaló esta señora plátanos como regalo de bienvenida, pero lo mejor era sentirnos bienvenidas a “El Pino”, a su mundo, con el fuerte abrazo lleno de alegría que nos dio a cada una. Nos sorprendió que una señora tan humilde nos diera comida cuando no es evidente que no se la sobre. La Hermana nos dijo que así es la gente en El Pino, aunque no tengan prácticamente nada, te lo regalan con mucho cariño. Es algo que dicen que suele pasar en el mundo “subdesarrollado”, que la gente da la bienvenida a los que llegan a su comunidad, aunque significa regalar su única comida o agua…
La vista desde El Pino. ¿Cómo sería vivir en el Pino y mirar hacia abajo cada día a una ciudad tan grande?
Más tarde encontramos a la linda Cinthia por casualidad (que justo quería encontrar yo para entregarle un pequeño regalo de su familia ‘patrocinadora’ en Canadá) cuando recién salía del colegio con su hermano. Por la tarde pudimos pasar varias horas con la pequeña Cinthia, una huérfana que vive con sus tíos, en el sitio seguro de “PINIFE”. A la hora de irnos, ya no me quería despedirme de ella y ella tampoco no quería irse a casa, pero creo que un día le voy a volver a ver.
Hace unos cuatro días que tuve una conversación de mensajes de texto por Facebook con una de las personas tan amables que conocí en Lima, otra Cinthya. Ella es de Arequipa y ha llegado a Lima junta con su hermana para seguir con sus estudios religiosos. (¡Se ve que es detallista porque nos regaló unos chocolates peruanos muy buenos!). Creo que ella va a llegar a ayudar a mucha gente en su vida porque se ve que tiene un gran corazón.
Aunque mi tiempo en Lima se pasó demasiado rápido, siento que ya tengo muchas conexiones ahí. Espero volver en los próximos meses para visitarles a tod@s en el sitio de PINIFE, para pasar más tiempo con aquella gente tan simpática y acogedora que me dio una bienvenida tan calurosa a su país. Tengo varios dibujos que me regalaron l@s niñ@s de un grupo de reforzamiento escolar ahí en el sitio y cada vez que leo sus palabras y dibujos, tengo aún más ganas de volver a visitarles, pero esta vez para pasar más de unas pocas horas en su compañía.
Translation please?!
Lo siento, learn Spanish 😛
Me alegra leerte en español, por fin 🙂
Que hermozo lo que escribiste, eres una niña muy especial, tienes un corazon muy grande y esperamos que vuelvas a la comunidad del Pino.Bendiciones!!!!!!!!